HISTORIA

Un poco de historia por José Luis Martín (Escritor y periodista musical)

Mediados de los ochenta, una década tan desconcertante como atractiva, pero tremendamente excluyente que disecciona cualquier actividad cultural en celdas separadas a modo de grandiosos latifundios, los cuales en un ejercicio de masoquismo absoluto, se troceaban en limitados minifundios que castigaban, en la mayoría de las ocasiones a la marginalidad, hasta tal punto que eso era precisamente uno de sus atractivos, esa marginalidad de la que todos nos sentíamos orgullosos militantes y que posiblemente hoy en día ni compartimos y mucho menos aplaudimos, pero ya se sabe que la experiencia es un peine que desgraciadamente te regalan cuando te has quedado calvo.

Desde un modesto espacio radiofónico de Ràdio Cornellà, caminamos un pequeño reducto de inestables, involucrados en hacer de saltimbanquis entre diferentes espacios delimitados, pero siempre dentro del gran cajón desastre que significaba el rock. Como si de una muñeca rusa se tratara íbamos sacando piezas de la barriga del mayor maniquí, zascandileando primero en el gueto del todo poderoso heavy metal, dejando caer las capas y tropezando con el complicado heavy patrio y más internamente con la olvidada y vilipendiada escena local, donde afortunadamente terminamos colisionando con Blutaxt, revueltos pero jamás juntos, con numerosas formaciones que compartían sueños, aspiraciones y en pocas ocasiones la calidad que sólo estaba destinada a unos pocos, aunque eso no significara, ni de lejos, un sinónimo de éxito o reconocimiento.

Pinchar las maquetas es más sencillo de lo que uno se puede imaginar, pues siempre es una labor altruista que viste bien y te coloca como filántropo musical que apoya las nuevas generaciones, pero pocas veces sucede que las conversaciones sobrepasan el dominio del ego descomunal que poseen y padecen la mayoría de los artistas y que les impide ver más allá de su propio ombligo. Afortunadamente, no todos en Blutaxt pertenecían a ese grupo tan extendido de ególatras del yo, mi, por mi y para mi, desplegando un background musical que para la época resultaba desconcertante a la vez que enriquecedora, por lo que asistir a sus conciertos suponía un placer inmenso a los dos lados de la cerca, mezclado con el público en primer lugar y disfrutando de bromas y charlas psicodélicas y entrañables en backstage. Como quien no quiere la cosa, o sí, pero no se termina de dar cuenta, Blutaxt aglutinó en su entorno una pequeña familia, por no decir comuna que por aquel entonces estaba muy mal visto, y para cuando disfrutamos del Rocknella de 1987 algunos ya nos sentíamos parte de ella, aunque no sirviéramos ni para afinar una cuerda de guitarra. Entramos dentro de la diatriba de la época y dejamos de lado a los supuestamente cabezas de cartel, para disfrutar del post concierto nada más terminar el bis.

De ahí en adelante la historia se difuminó y algunos compartimos algo más que música, engulléndonos los unos a los otros en los aromas de juventud. Santi Leal siempre ha sido como el gran brujo al que hay que respetar porque puede hacer una pócima o sacar de su chistera un sortilegio musical con el que embrujarte, mientras que Alti enredó su ancla junto a la mía y caminamos muchísimos años juntos en la radio y fuera de ella, aprendiendo, conociendo gente, creciendo y mejorando como personas o eso creo. Todos terminamos separados, porque de esas cosas se encarga la vida sin que nadie le eche un cable para remolcarte, pero como os decía anteriormente Blutaxt traspasó lo meramente musical y creo un sentimiento de parroquia, de familia y de amistad, por lo que a lo largo de los años nos hemos ido encontrando, engañándonos mutuamente en mil aventuras que todas y cada una de ellas han sido enriquecedoras, nunca nos han defraudado ni lo harán, porque todos sabemos que seguirán apareciendo. Cuando nos vemos, aunque hayan pasado años de distancia, tenemos la sensación de que fue antes de ayer cuando nos tomamos la penúltima cerveza juntos, y una sonrisa a medias de Santi Leal, el arqueo de las cejas de Alti o cuando un servidor carraspea, indica que sin saberlo, ya nos hemos involucrado de nuevo en una peripecia o correría juntos... porque eso es lo que tiene la amistad, y todos sabemos de una forma u otra, que siempre nos quedará Blutaxt.